HERIDAS EMOCIONALES QUE TE AFECTAN DESDE TU INFANCIA

Sanando heridas emocionales de la infancia

El tipo más común de herida emocional que vemos es el trauma. Un trauma puede definirse como un evento intensamente angustiante que amenaza la integridad física, la seguridad psicológica, la autoestima o el sentido de responsabilidad de la persona. También se puede experimentar como una amenaza para la propia visión del mundo.

Según una investigación de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), se descubrió que las personas que experimentaron algún tipo de herida emocional en la adolescencia tenían un mayor riesgo de depresión, trastorno por uso de sustancias, agresión y suicidio en el futuro. Sin embargo, es importante señalar que estos hallazgos no prueban que uno cause el otro.

Las heridas emocionales son las cicatrices que se forman después de un trauma emocional. Son muy difíciles de curar y el proceso de curación lleva mucho tiempo.

Las heridas emocionales pueden ser causadas por muchas cosas, como crecer en un ambiente disfuncional, ser acosado en la escuela o sufrir abuso sexual. La herida emocional no solo te afecta por un corto período de tiempo o deja cicatrices permanentes en tu piel, tiene efectos profundos en tu salud mental y en cómo interactúas con las personas.

Los problemas vividos de los 0 a los 7 años con nuestros padres explican en un alto grado cómo será nuestra futura calidad de vida y cómo ello influirá en nuestro bienestar y ante nuestras dificultades. Es aquí donde se generan 5 tipos de personalidad partiendo de las 5 heridas de la infancia básicas: injusticia, rechazo, abandono, traición y humillación. Así, de alguna forma, a partir de estas 5 heridas emocionales o experiencias dolorosas de la infancia, conformaremos una parte de nuestra personalidad.

Las heridas emocionales de la infantiles

1. La Humillación en la infancia.

Se ha demostrado que el rechazo y la humillación social, no solo provocan sufrimiento sino un dolor a nivel físico ya que esta sensación comparte los mismos circuitos cerebrales que el dolor. La humillación ya resulta difícil de sobrellevar para un adulto, por lo que para un niño puede ser una herida atroz.

De hecho, es probable que aún recuerdes un hecho de tu infancia en el que te sentiste humillado. Si esa situación se repite con frecuencia, es probable que la persona termine desarrollando un mecanismo de defensa que la convierta en un ser tiránico y egoísta, se trata de una coraza para defenderse de humillaciones futuras.

Ocurre en cualquier ámbito durante la infancia. Se da en las situaciones repetitivas en las que te avergüenzan, te gritan, te humillan y te comparan. Se genera tanto en el entorno familiar como en el entorno social. Se hace más fuerte cuando estas conductas provienen de la madre.

Los principales pensamientos son de abandono, de comparación y de rebajarse a los demás (soy una basura). Los procesos mentales se enfocan en querer poner solución a los problemas de los demás abandonando los intereses propios, cosa que hace justificar y reafirmar su humillación. La conducta principal es de dependiente.

¿Cómo sanar la herida de la humillación?

En este caso, es importante aprender a perdonar. Solo cuando dejamos ir el rencor que hemos guardado durante años, podemos encontrar nuestro verdadero “yo”, que no es un niño asustado que necesita defenderse sino un adulto seguro de sí, que conoce sus capacidades y no duda en defender sus derechos de forma asertiva.

2. El rechazo en la infancia

Es una herida muy profunda que cuando la sufres, te sientes rechazado en tu interior y vives una idea equivocada respecto al derecho a existir. Se origina y es mucho más intensa cuando es producida por el progenitor del mismo sexo. Suele suceder cuando el bebé llega por sorpresa y en la primera etapa del proceso uno o los dos progenitores lo viven como un fastidio en ese preciso momento, o bien porque existe verdadero rechazo por parte de uno de ellos.

El miedo al rechazo surge tan pronto como el niño se da cuenta de que es una persona independiente de sus padres, aproximadamente a los dos años de edad. En ese momento, el niño comienza a buscar activamente la aceptación de las figuras que son importantes para él. Si estas personas le rechazan, se creará una herida emocional difícil de cicatrizar ya que genera la creencia de que no es suficientemente bueno ni digno de ser amado. Su principal conducta es la de huidizo.

¿Cómo sanar esta herida de rechazo?

Comienza a valorar tus habilidades positivas y logros. Poco a poco, atrévete a arriesgar y tomar decisiones por ti mismo. Te darás cuenta que a medida que ganas seguridad, la opinión de los demás deja de condicionarte. De esta forma, comenzarás a vivir más plenamente, haciendo lo que de verdad te gusta y apasiona.

3. La traición en la infancia

Una de las cosas que no perdonan los niños, es haber sido traicionados, sobre todo por sus padres. Sin embargo, se trata de una situación bastante común ya que muchos padres hacen promesas que luego no cumplen. De esta forma, generan en el niño la idea de que el mundo es un sitio poco fiable. Surge en la infancia cuando el niño se siente traicionado por alguno de sus progenitores. La manera principal de traición es cuando sus padres no suelen cumplir las promesas que hacen al hijo. Se intensifica cuando la conducta se sufre con el progenitor del mismo sexo.

Sin embargo, si no logramos confiar en las personas, nos convertimos en ermitaños, aislados del mundo, que nunca podrán lograr nada y que se sentirán profundamente solos. Estas personas normalmente se comportan de manera fría, intentan construir un muro en sus relaciones interpersonales y no dejan que los demás entren en su intimidad.

¿Cómo sanar esta herida de la traición?

El hecho de que las personas en las que debías confiar te hayan defraudado, no significa que todos lo harán. Para construir relaciones sólidas, es necesario dejar entrar a los demás en tu vida y confiar en ellos. Solo cuando eres capaz de entregarte, los demás se entregarán a ti.

4. El abandono en la infancia

Los niños necesitan a otras personas para crecer, solo a través de ese contacto se forma adecuadamente su personalidad. Sin embargo, si sus padres siempre han estado ausentes la mayoría del tiempo, que trabajan todo el día o ante la llegada de un nuevo hermano, aunque sea desde el punto de vista emocional, ese niño se sentirá abandonado, no tendrá un apoyo a quien recurrir cuando lo necesite.

También sucede cuando te aíslan en una parte de la casa la mayor parte del tiempo. Es mucho más intenso cuando se vive con el progenitor del sexo opuesto. Sus pensamientos son de aislamiento, de abandono y de víctima. Se orientan en un alto grado hacia la soledad. Su principal conducta es la de dependiente.

¿Cómo sanar esta herida de abandono?

La herida causada por el abandono no es fácil de curar. Así, tú mismo serás consciente de que ha comenzado a cicatrizar cuando el temor a los momentos de soledad desaparezca y en ellos empiece a fluir un diálogo interior positivo y esperanzador. Es importante que aprendas a estar a gusto contigo mismo. No es necesario que siempre tengas a personas a tu alrededor, a veces, la soledad es buena consejera.

Recuerda que a lo largo de la vida, nos encontramos con muchas personas y es normal que en cierto punto nuestros caminos se separen. Aprende a abrazar los cambios y desarrolla una visión optimista de las relaciones interpersonales, es posible que al doblar de la esquina haya alguien fabuloso esperando conocerte.

5. La injusticia en la infancia

Se origina en un entorno en el que los progenitores son fríos en sus relaciones y de conductas severas. Ocurre en la infancia cuando comenzamos a vivir nuestra integridad como persona. Los padres comienzan a exigir demasiado al hijo. Es más fuerte si el origen es con el progenitor del mismo sexo. Suelen ser estrictos consigo mismos y tener pensamientos de comparación con los demás y con ciertos indicios de auto-sabotaje. Buscan la exactitud. No es posible que otros tengan lo que a mí me ha costado tanto trabajo, son pensamientos que suelen rondar por su cabeza.

Hace poco se descubrió que los niños muy pequeños, de apenas 15 meses, ya tienen un sentido de la justicia lo suficientemente desarrollado como para catalogar una situación como desigual o igualitaria. Por eso, recibir una educación en la que han sido víctimas de injusticias constantes, lacera profundamente su “yo”, transmitiéndoles la idea de que no son merecedores de la atención de los demás.

¿Cómo sanar esta herida de injusticia?

Es importante aceptar que las injusticias que se hayan cometido en la infancia, no tienen por qué repetirse en la adultez. Comprende que ahora cuentas con otros recursos para hacer valer tus derechos y recibir un trato mucho más justo.

Ahora que ya conoces las 5 heridas de la infancia que pueden estar afectando a tu bienestar y sus personalidades asociadas. ¿Con cuáles de ellas te caracterizaste?. Analizar estos tipos de conductas y reconocerlos en nosotros mismos es el primer paso para sanarlos. ¿Qué vas a hacer ahora?.

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Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo. — Aristóteles

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